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Pisa, mucho más que la Torre Inclinada


Todos los viajes a Italia y circuitos por la Toscana incluyen una parada obligatoria en la ciudad de Pisa, para ver la famosa Torre Inclinada. Pero esta localidad a orillas el Arno guarda secretos y tradiciones fascinantes, más allá de las tiendas de souvenirs y las riadas de turistas.

Es cierto que la Torre de Pisa eclipsa todo lo demás, aunque después de las fotos de rigor vale la pena atreverse a poner un pie fuera del césped de la Piazza dei Miracoli y descubrir así un destino maravilloso.


Desde la Torre hasta el río se suceden una serie de calles empedradas y elegantes plazas. El primer monumento con el que nos topamos es la Catedral o Duomo. Según la tradición trae buena suerte dar una palmadita en el bronce de dos colas de serpiente talladas en la puerta central. Este animal es una especie de amuleto de la suerte para los estudiantes antes de un examen o para quien vaya a poner en marcha algún proyecto o negocio. 

Desde allí hasta el Arno encontramos fachadas de viejos palacios, comercios tradicionales, heladerías y acogedores restaurantes. Un paseo de lo más agradable don de se ubican los mejores hoteles de Pisa.

De vuelta al monumento, hay que saber que hace muchos años que debería haberse venido abajo. Que todavía siga en pie, inclinada pero en pie al fin y al cabo, se lo debemos a los regulares trabajos de mantenimiento de un equipo de ingenieros, mejor preparados sin duda que el arquitecto que diseñó la torre, cuyo nombre sigue siendo un enigma.

Fuera quien fuera este hombre, los pisanos de la actualidad tienen mucho que agradecerle: gracias a su error de cálculo su torre se convirtió en uno de los lugares turísticos más famosos del mundo.

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