Dentro del archipiélago de las Baleares, Ibiza y Formentera forman un grupo aparte, las llamadas Pitiusas, dos islas hermanas, muy parecidas en muchas cosas pero a la vez un una esencia diferente que las hace únicas y las complementa al mismo tiempo.
Ibiza, la fiesta
Sería injusto decir que Ibiza es sólo sus fiestas y sus discotecas, pero nadie puede poner en duda que aquí nos esperan las noches más divertidas del Mediterráneo, una atmósfera especial que atrae a gente de todos los rincones del mundo.
La fórmula de playas y discotecas funciona, pero quien viaja a Ibiza por primera vez se sorprende con muchas otras cosas: la belleza de su capital, sobre todo del viejo barrio amurallado de Dalt Vila, la espectacular gastronomía de la isla, el encanto de los mercados hippies de Las Dalias o Es Canar, las mágicas puestas de sol al son de los tambores en Benirràs...
En definitiva, Ibiza es mucho más que sólo bonitas playas y largas noches de diversión. ¿Por qué no descubrirlo por ti mismo?
Formentera, el relax
A sólo media hora de distancia en ferry desde el puerto de Ibiza, desembarcamos en La Savina, puerta de entrada a Formentera, la hermana pequeña de las Pitiusas y, para muchos, un pedazo del Caribe transplantado en el Mediterráneo.
La belleza de las playas de Formentera es legendaria. Tal vez la mejor de todas sea la de Ses Illetes, con una gran lengua de arena que termina en punta: arena blanca y fina, aguas cristalinas, cielos luminosos... La misma postal del paraíso.
En Formentera hay también dos faros preciosos: el de Sa Mola y el de Cap de Berberia, situado en el extremo sur de la isla en medio de de un paisaje lunar sencillamente increíble.
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