Después del coche eléctrico, llega el avión eléctrico. Una idea para luchar contra el cambio climático que llega, cómo no, desde Noruega. Allí, la empresa aeroportuaria estatal Avinor, que opera 45 en aeropuertos en el país, ha apostado por crear una flota de aviones impulsados por baterías e invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías como la propulsión eléctrica e híbrida en Airbus y Boeing.
Dag Falk-Pedersen, director de Avinor, lo explica así: "Airbus nos dijo que necesitan un cliente y un mercado. Nosotros podemos ofrecerles ambas cosas". Obviamente ellos necesitan un mercado más grande y más clientes, pero alguien tiene que ser el primero". En cualquier caso, un país montañoso de 5 millones de habitantes como Noruega, sería en principio el lugar ideal para ensayar con estos aviones eléctricos.
Una idea a largo plazo
Pero hoy en día existen aún poderosos obstáculos que lastran el desarrollo de esta tecnología y hacen que sólo podamos hablar de una flota de aviones eléctricos como un plan a largo plazo.
Los grandes problemas a resolver son el exceso de peso, debido a las voluminosas baterías, y el limitado alcance de radio de estas aeronaves.
Hasta la fecha, ha habido algunos ensayos discretos con aviones de entre 12 y 50 asientos volando a distancias cortas, no más de 100 kilómetros, que aunque no suponen una solución definitiva, sí permiten tener esperanzas de cara al futuro.
El pasado mes de noviembre, Airbus, Rolls-Royce y Siemens se unieron para desarrollar un motor eléctrico híbrido, mientras que una startup del área de Seattle, respaldada por Boeing y JetBlue Airways Corp, anunció también sus planes de lanzar al mercado un avión híbrido eléctrico con capacidad para 12 pasajeros antes del año 2022.
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