Además de las playas, los mercadillos exóticos y la vida bulliciosa de Bangkok, Tailandia sigue ofreciendo innumerables tesoros escondidos, pero perfectamente seguros y accesibles, que hacen la delicia de los viajeros más curiosos.
Uno de ellos es Ayutthaya, la antigua capital del Reino de Siam, situada a unos 80 kilómetros al norte de Bangkok. Allí se encuentran las ruinas de un pasado glorioso: palacios, fortalezas y gigantescas estatuas de Buda que cada año, con la llegada de las lluvias monzónicas, quedan sumergidas bajo las aguas.
Un paisaje mágico
El espectáculo tiene lugar invariablemente cuando los tres ríos que confluyen cerca de Ayutthaya (el Chao Phraya, el Lop Buri y el Pasak) se desbordan. El agua lo inunda todo, ofreciendo un paisaje de singular belleza.
Y aunque el significado literal de Ayutthaya sea el de “ciudad impenetrable”, se puede llegar sin problemas hasta su corazón incluso en estas circunstancias. De hecho, es cuando el Monzón descarga su furia cuando es más recomendable la visita.
Las falúas de los pescadores locales se ponen a disposición de los turistas para navegar entre los viejos monumentos, sentir su magia y disfrutar de un paisaje único y cautivador. Navegar entre las ruinas anegadas del Parque Histórico de Ayutthaya,
declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991, es una experiencia que difícilmente se puede olvidar.
¿Cómo llegar?
Desde Bangkok es bastante fácil acceder a Ayutthaya en tren o en autobús, o bien alquilando una excursión desde el hotel. Los autobuses públicos salen cada 20 minutos desde la estación de Moh Chit al norte de la capital. El trayecto dura unas dos horas.
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